Mensen Ernst, un récord para la historia


La popularidad mundial de desafiantes y alocadas carreras, siempre ha despertado un gran interés entre los grandes deportistas. Como consecuencia, casi todos los años se baten nuevas marcas de velocidad y resistencia. Sin embargo, casi todas las proezas de la actualidad palidecen al ser comparadas con la del escandinavo Mensen Ernst, cuyas hazañas, logradas hace ya más de un siglo, dejó maravillados a deportistas, médicos y fisiólogos.

En un tiempo, toda Europa conoció a Mensen Ernst como el escandinavo más veloz de la Tierra. Turcos y árabes le apodaban «el águila del desierto«, y la reina de Baviera le llamaba «el hombre más pequeño con las piernas más largas«. Su simple presencia era sinónimo de apuestas de grandes fortunas, a lo largo y ancho de Europa y Asia. Todo ello,  mientras cientos de miles de personas le aclamaban aparentemente sus proezas sobradamente sobrehumanas.

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El rey de los platillos


En 1623, en el antiguo Imperio romano de Constantinopla en la actualidad Estambul, un alquimista armenio llamado Avedis, buscaba la formula para transformar minerales de la naturaleza, como el hierro y el cobre, en el preciado oro.

A pesar de que la mágica combinación ofrecía una sustancia amarilla y brillante, está claro que nunca pudo ser transformada en oro, tan sólo una aleación muy resistente a los golpes con un sonido muy peculiar…Esta fórmula antigua de Turquía podría haber quedado en el olvido, pero accidentalmente gracias a ella se ha convertido en uno de los monopolios más fabulosos del mundo, donde incluso el oro no podría haber ganado tanto protagonismo.

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Clem Sohn, el primer superhéroe volador


Si te concedieran un superpoder, …¿Cual elegirías?. Seguramente muchos de nosotros responderíamos lo mismo,…la habilidad de volar.

Pero este sueño conlleva peligro. Al igual que la leyenda de Ícaro, que pegó sus alas con cera y cometió el error de volar demasiado alto y cerca del sol,derritiéndose la cera, muchas otras historias también terminan en tragedia.,…Y es que “volar es un sueño peligroso“, y para muchos, mejor dejarlo para la fantasía.

 

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Para los grandes incendios, llamen al pelirrojo


Las cuatro de la madrugada de un día de abril de 1962, Paul Neal Adair se estaba vistiendo en Gassi Touil, una zona de lo más calurosa del desierto del Sahara. A pesar del intenso calor, se puso ropa interior de franela y un mono de gabardina roja de cuello alto. Luego, cogiendo un casco rojo, se unió a otros cuatro hombres vestidos del mismo color.

Despuntaba el alba cuando el grupo cruzaban a toda velocidad el gran desierto en automóvil, sin tregua ni descanso rumbo al más grande incendio de un pozo de petróleo de la historia.

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