La popularidad mundial de desafiantes y alocadas carreras, siempre ha despertado un gran interés entre los grandes deportistas. Como consecuencia, casi todos los años se baten nuevas marcas de velocidad y resistencia. Sin embargo, casi todas las proezas de la actualidad palidecen al ser comparadas con la del escandinavo Mensen Ernst, cuyas hazañas, logradas hace ya más de un siglo, dejó maravillados a deportistas, médicos y fisiólogos.
En un tiempo, toda Europa conoció a Mensen Ernst como el escandinavo más veloz de la Tierra. Turcos y árabes le apodaban «el águila del desierto«, y la reina de Baviera le llamaba «el hombre más pequeño con las piernas más largas«. Su simple presencia era sinónimo de apuestas de grandes fortunas, a lo largo y ancho de Europa y Asia. Todo ello, mientras cientos de miles de personas le aclamaban aparentemente sus proezas sobradamente sobrehumanas.