Dos veces al año en las cordilleras del Himalaya, los nativos se reunen alrededor de grandes acantilados que es el hogar de una curiosa abeja negra, la Apis Laboriosa. Como lo han echo durante innumerables generaciones acuden para recoger la cosecha de la productiva abeja, de tamaño pequeño pero con una picadura letal.
El ritual de la cosecha, que varía ligeramente de una comunidad a otra, se inicia con una oración y el sacrificio de flores, frutas y arroz, unas plegarias más que enfundadas dada la peligrosidad del acto. Seguidamente se enciende un fuego en la base del acantilado, cuyo humo perturbará la paz de las abejas huyendo de sus colmenas.