Un robo para millones de héroes


Como una buena película, cuyo guión te viene a la mente transformado en una idea loca. En la calle principal de la ciudad de Czestochowa al sur de Polonia, en 1943, las tropas alemanas desfilaban en procesión para celebrar el día del nacimiento de su Füher. Al mismo tiempo, en la misma calle, a unos metros de la sede de la Gestapo, un grupo de valientes soldados de la resistencia nacional, se preparaban para una acción de lo más suicida. Atracar el Banco Emisor de Czestochowa, antes las mismas narices de las tropas nazi.   Esta es la historia que bien parece una película, pero que desgraciadamente no lo es.

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Una madre en el infierno


De pie en un espacio azotado por el viento, en el campo de concentración alemán de Bergen-Belsen, un grupo de niños andrajosos tiritaba de frío. Era la primera semana de diciembre de 1944, y después de haber logrado sobrevivir a cuatro años y medio de guerras y muchos meses de encierro, aquellos pequeños judíos provenientes de Holanda se encontraban en el desamparo absoluto.

Apiñados en la oscuridad, los niños mayores trataban de calmar el llanto de los más pequeños, habían visto a los nazis llevarse a sus familiares en un convoy de camiones de la SS. Nadie sabía adonde los llevaban, pero todos habían oído pronunciar en voz baja los nombres de los campos de la muerte: Auschwitz, Treblinka, Chelmno

En este caos de muerte y desolación, un ángel resurgió del mismísimo infierno, una mujer llamada Luba Gercak, y este es el resumen de su historia…

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Diamantes de la vida, un tesoro de beneficencia


Los llamaban diamantes de la vida, grandes gemas en bruto, de la mejor calidad, que los judíos ricos de Europa Oriental compraron en las primeras décadas del siglo XX como protección, un pasaporte a un refugio seguro y a una vida nueva cuando vinieran los días de persecución.

Todo cambio en 1939 cuando el Tercer Reich invadió Polonia y después los Balcanes y la Unión Soviética. En los territorios que los nazis ocuparon en Europa Oriental, y sobre todo en sus campos de exterminio no hubo diamantes de la vida, sino de la muerteCuarenta de ellos habían viajado de las minas de Sudáfrica a los centros de comercio de gemas de Amsterdam y Amberes, de allí a las ciudades guetos y poblaciones judías de Europa Oriental y, por último, a los campos de concentración de la región, donde los nazis se los arrebataron a los prisioneros y a los que ya fueron muertos.

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