En los primeros años de la carrera espacial, dos hombres trataron de probar una teoría científica muy sencilla, pero culturalmente complicada: «que las mujeres podrían ser innatamente adecuadas para realizar viajes experimentales por el espacio».
En 1960 la idea de que una mujer viajara al espacio era completamente radical, y con razón. Sobre el terreno el 75% de las mujeres estadounidenses no trabajaba fuera del hogar, y además, tenían completamente prohibido pertenecer a ningún servicio de vuelos militares en conjunto. En el matrimonio, las esposas estaban obligadas a tener permiso del marido para obtener un préstamo del banco, comprar una propiedad, o comprar mercancías del hogar, como un simple refrigerador.